El pasado lunes 2 de octubre se dio a conocer el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, en esta ocasión los galardonados han sido Craig Mello (45 años) de la Universidad de Massachusetts, y Andrew Fire (47 años) de la Universidad de Stanford. Esta noticia que para la amplia mayoría de las personas ha pasado desapercibida, podría suponer un avance científico de suma importancia a la hora de abordar la prevención y el tratamiento de patologías como las infecciones víricas, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o los trastornos endocrinos.
El mérito de Mello y Fire estriba en el descubrimiento de la interferencia del ARN (ácido ribonucleico) como mecanismo de silenciamiento de genes a cargo del ARN de doble cadena. Dicho así, y de este modo, pudiera sonar a ciencia ficción pero traducido al lenguaje de la calle, este hallazgo significa que se puede conseguir controlar el flujo de la información genética. El trabajo de excepcional brillantez fue publicado en 1998 en la revista Nature.
Esta información que debería producir un hilo de optimismo ya que sus experimentos en animales han sido satisfactorios, ha pasado por los medios de comunicación sin apenas hacer ruido. Resulta triste y a veces patético, como a los investigadores se les ningunea y racanean las subvenciones a futuros proyectos que miran por la salud, la ciencia o la investigación. Si el Premio Nobel de Medicina es otorgado casi desde la clandestinidad informativa, si las horas de información televisiva y radiofónica dedicadas a la ciencia y tecnología son inexistentes, si las páginas de los periódicos dejan para las últimas páginas estas informaciones, si los gobiernos destinan unas cifras ridículas de sus presupuestos para la investigación, cómo pretendemos que en un futuro inmediato el hombre descubra la vacuna contra el cáncer o el sida, por poner dos ejemplos.
Si los descubrimientos como la circulación de las bacterias, la anestesia quirúrgica, el haz de los rayos X, el cultivo de los tejidos y el ADN, entre otros muchos avances, han hecho de la medicina lo que hoy conocemos, a quién no le gustaría soñar con que los hallazgos de Mello y Fire pasen también a la historia por su gran importancia a la hora de conseguir aislar las células que provocan los virus.
No pasemos por alto estas noticias y volquemos esfuerzos para trabajar en un futuro mejor, si el galardonado con el Premio Nobel de Literatura se beneficia de este premio para aumentar sus ventas, y lo dice, el que escribe, un filólogo amante de los clásicos, que el Premio Nobel de Medicina no caiga en saco roto y sirva para seguir trabajando en la investigación, y que en un futuro cercano los experimentos en plantas y animales tengan un traslado exitoso a los seres humanos, por el bien de la humanidad y por el bien de todos.
02 noviembre 2006
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