25 diciembre 2006

AQUÍ BAGDAD: CRÓNICA DE UNA GUERRA


¿Cómo se sentiría una mujer occidental en un país islámico? ¿Y si esa mujer es una periodista y cubre un conflicto bélico como es la guerra de Irak? Olga Rodríguez, periodista de la cadena Ser entró dentro de las entrañas de la guerra de Irak y describió minuciosamente su estancia en la capital iraquí. Los sentimientos de una corresponsal de guerra son contados de manera muy expresiva en Aquí Bagdad: Crónica de una guerra.

Los hechos parten del asesinato de José Couso, de cómo aquel triste 8 de abril del 2003, sin saber las razones ni el porqué, un tanque americano bombardeó las plantas 14 y 15 del hotel Palestina, donde se alojaban todos los periodistas del mundo que cubrían aquella guerra. El Pentágono reconoció la autoría del ataque pero sus motivos no convencieron a ninguno de los allí presentes puesto que aquel hotel no era más que un edificio donde los medios de comunicación informaban al mundo sobre todo lo que allí estaba pasando. A caso, y como bien dice Olga Rodríguez “¿los americanos querían echarnos de allí y silenciar todo lo que estaba ocurriendo?”. Es evidente que este hecho marcó la estancia de la periodista en la guerra, y así se refleja en el devenir del libro.

Más adelante se explican los movimientos diplomáticos que durante las semanas previas a la guerra tuvo que desempeñar para conseguir el visado que le permitiera permanecer en el país. Su descripción de la guerra nos pone en la piel de todos aquellos indefensos que padecen en sus carnes las consecuencias de los bombardeos, la convivencia con la muerte, el hambre y la falta de medicinas, etc. A nivel periodístico, nos adentra en la forma de trabajar de un reportero de guerra, las dificultades que allí se encuentra para poder informar a través de un teléfono satélite..., cómo desenvolverse en un terreno tan peligroso. Todo ello se junta y provoca una emoción y un sentimiento en quién lo lee que parece estar allí presente, en el lugar de los hechos, viendo en primera persona lo que la escritora nos describe con su pluma.

Al mismo tiempo que cuenta los hechos, el libro sirve también de reclamo para reivindicar el papel de los periodistas en las guerras y su importancia. Todo el mundo tiene el derecho a estar informado sobre lo que allí está ocurriendo, y de esta manera, ser conscientes los diferentes bandos, que todo lo que pasara en el conflicto será divulgado al mundo, ya sea la violación de los derechos o las barbaries que se produjeran.

No quiere hacernos olvidar que detrás de cada guerra, de cada despliegue militar, de cada bombardeo, hay muchas historias humanas, vidas arruinadas por el conflicto de una guerra que conlleva a la muerte y a la destrucción de familias, y que esas gentes no son nada más que unas víctimas de una guerra que ellos no han elegido.
Más allá de ser un relato novelado, lo que pretende plasmar es el miedo que sufre una población cuando sabe que va a ser bombardeada, la ciudad en la penumbra, el perfume del terror. Aquí Bagdad: Crónica de una guerra quiere mantener fresca en la memoria el recuerdo de su primera guerra en directo, del sonido de las bombas, de José Couso, de Julio A. Parrado, y de tantos ciudadanos anónimos que conoció durante su estancia en Irak. Son esos recuerdos y sentimientos los que ha querido reflejar en las páginas del libro, en el cual "las víctimas son los auténticos protagonistas".

23 diciembre 2006

Marie Curie una mujer adelantada


Marie Curie, Sklodowska de soltera, además de pasar a la historia por sus descubrimientos, fue una de las mujeres más adelantada a su tiempo. Nació en Varsovia (Polonia), en 1867, estudió Química, Física y Matemáticas. Tímida, humilde económicamente, se volvió anémica y obsesiva con los estudios.

El año 1894 fue clave, Marie conoce a Pierre Curie, el que después sería su marido. Pierre al igual que Marie estaba dedicado en cuerpo y alma a la investigación científica. Los dos empiezan a trabajar juntos en el laboratorio, y al año siguiente Pierre se declara a Marie, casándose el 26 de julio de 1895.
El trabajo del matrimonio Curie pronto alcanzó sus frutos al descubrir en 1898 el polonio. En diciembre del mismo año revelaron la existencia de un segundo elemento químico nuevo al que bautizaron con el nombre de radio, elemento de enorme radiactividad. Tendrían que pasar cuatro años para que los esposos Curie pudieran probar la existencia del polonio y el radio.
En 1902, tras muchas penurias económicas y meses de trabajo, Marie logró, al fin, preparar un decigramo de radio puro, había determinado el peso atómico del nuevo elemento. Los químicos tuvieron que rendirse ante la evidencia de los hechos. A partir de aquel momento el radio existía oficialmente.
Mientras la investigación de la radiactividad progresaba, el matrimonio Curie se iba agotando poco a poco y sin darse cuenta, la intensidad de sus radiaciones sobrepasó todo lo esperado.

Premio Nobel
El último y más maravilloso milagro era que el radio podía convertirse en un aliado del hombre en su lucha contra el cáncer. Tenía pues, una utilidad práctica, y su extracción había dejado de tener un simple interés experimental. Iba a nacer la industria del radio. El 10 de diciembre de 1903 se les otorgó el Premio Nobel de Física, compartido junto a H. Becquerel, por sus descubrimientos relacionados con la radiactividad.
Pasaron otros ocho años de paciente labor antes de que Marie lograra instalar la radiactividad en un lugar para la historia, lugar que Pierre no habría de conocer. En 1906 fallecería su esposo; un mes después, el Consejo de la Facultad de Ciencias otorgó a la viuda de Curie la cátedra que había desempeñado su esposo en la Sorbona. Era la primera vez que se concedía tan alta posición en la enseñanza universitaria de Francia a una mujer. La fama de Marie Curie subió como la espuma, se le concedió el Premio Nobel de Química en el año 1911.
El radio que Marie descubrió, y que tantas vidas ayuda a salvar hoy en día, fue el causante de su muerte. Tantos años respirando el aire viciado de sus emanaciones tuvieron un resultado trágico. Los análisis de sangre posteriores descubrieron que el causante del fallecimiento de Marie había sido el radio.
El 6 de julio de 1934, y sin reconocimientos de ningún estamento social, Madame Curie fue enterrada en el cementerio de Sallanches junto a su esposo. Sólo los parientes, los amigos y los colaboradores de su obra científica asistieron al sepelio.